Resumen

Un par de hermanos se ven obligados a cambiar de ciudad justo antes de navidades, ella una friki amante del yaoi, el un gay timido que no termina de entender los gustos de su hermana. Pero gracias a ella entrara en un nuevo circulo de amistades donde creen que el es igual de friki que el resto.

Comision de Otaku-ZEN

viernes, 20 de noviembre de 2009 en 19:47
Hace cosa de un mes descubri gracias a Dorianne que habia una chica en DeviantArt que hacia dibujos a comision, asi que yo que estaba deseando ver Otaku-ZEN en version manga perdi el culo por encargar una.

De manera que le dije a la chica que queria el dibujo de la que hasta entonces era mi escena favorita del relato, perteneciente al capitulo 4.

El caso es que colgue el dibujo en varios sitios (no se si lo llegue a colgar en Amor-yaoi o Slash Heaven pero hoy lo cuelgo aqui, por que a mas de una le gustara verlo.

Pero como es del capitulo 4 y no quiero hacer Spoiler a quin no lo haya leido os dejo simplemente el enlace para quein lo quiera ver.

Obviamente quien haya leido el capitulo 4 seguramente sospechara de que escena hablo antes inclusod e mirar el dibujo.

Pero bueno aqui os lo dejo:

Comision de Otaku-ZEN


Ahora mismo esta escena seria mi primera escena favorita y la segunda pertenece al capitulo 6.

Capítulo 6 – Navidades en familia

jueves, 19 de noviembre de 2009 en 11:37
Después de pasar toda la noche y parte de la mañana dormido me desperté a eso de las doce bastante recuperado, aún me picaba la garganta y me moqueaba la nariz, pero al menos ya no tenía el malestar general del día anterior ni tampoco los mareos, supuse que ya se me había pasado la fiebre, cosa que no tardó en comprobar mi madre nada más poner un pie fuera de mi habitación.

– Nando, querido, ¿qué tal te encuentras? – preguntó poniendo una mano en mi frente.
– Mejor, sólo me pica un poco la garganta – respondí automáticamente.
– Parece que ya no tienes fiebre, pero de todas formas sigue tomando el antigripal para la garganta y el moqueo – dijo ella desapareciendo por el pasillo, mientras yo iba a la cocina.

Al entrar mi hermana estaba allí terminando de desayunar mientras veía Bob Esponja en alguno de los canales locales.

– ¿En serio te gusta eso? – pregunté mientras me preparaba un vaso de leche y cogía unas galletas.
– No, pero lo prefiero a ver a cualquier programa de cotilleos mañanero plagado de publicidad de “cofidis, crédito directo” – dijo imitando la voz de los anuncios.
– Visto así… – dije mientras me comía las galletas y miraba en la pantalla los estúpidos gags del programa infantil ese, que yo personalmente no lograba entender qué le veía la gente – Definitivamente casi prefiero no ver la tele – añadí mirando a mi hermana.
– Oye, Nando, mamá me ha dicho que tenemos que terminar de deshacer todas nuestras cajas y arreglar la habitación de invitados para Marcos, además dice que quiere decorar la casa, que mañana ya es veinticuatro, ya sabes como es, le dará algo malo si pasa la navidad sin al menos un árbol. ¿Qué te parece si hoy nos dedicamos a eso?
– ¿No has quedado con Andrea? – pregunté sorprendido.
– Qué va, quedamos en que nos llamaríamos, pero es que en realidad yo aún tengo mil cosas que deshacer y no sé cómo voy a decorar mi habitación, apenas llevamos aquí dos semanas pero es que no me convence nada mi habitación, no tengo dónde poner mis figuritas y los tomos todavía están en cajas debajo de la cama... Estoy en proceso de convencer a mamá de que nos dé dinero para ir a IKEA y pillar algunos muebles baratos, tú sabes, estanterías o cosas así, si hoy estás mejor podríamos pasarnos – dijo ella con cara de emoción – Si es que te dejan el coche, así de paso le traemos a mamá un árbol y algo de decoración navideña, que IKEA tiene de todo – añadió al tiempo que se quedaba pensativa – Dios, es la excusa perfecta, voy a decírselo – dijo al tiempo que se levantaba de la mesa.
– ¡Angy! – la frené antes de que saliera de la cocina – Yo aún no te he dicho que sí.
– Venga ya, Nando, no seas así, ¿ya no tienes fiebre no? Será entretenido, IKEA siempre es entretenido.
– Querrás decir estresante, y más contigo – le dije mirándola con un deje de reproche.
– Prometo mirar sólo y exclusivamente estanterías y decoración navideña, quizás una lámpara, en mi habitación hay poca luz – añadió.
– Mira, yo ahora me tomaré un antigripal y trataré de deshacer las cajas que quedan en mi habitación, si después de comer he terminado y no me encuentro demasiado mal, vamos – y antes de que gritara de emoción y saliera corriendo de nuevo añadí – No pienso estar en IKEA más de dos horas, así que más te vale mirar sólo estanterías y decoración navideña, porque si a las dos horas de entrar no estamos en caja me voy sin ti y tú te las apañas de vuelta.
– Vale – refunfuñó haciendo una mueca graciosa mientras arrugaba la nariz – Voy a decírselo a mamá – añadió saliendo de la cocina.

Yo terminé las galletas y tal como había dicho a mi hermana, me tomé el antigripal y me fui a mi habitación a deshacer cajas. Cuando llegó mi hermana muy feliz, supuse enseguida que mi madre le había dado permiso para nuestra excursión a IKEA.

– Dice mamá que si te encuentras bien podemos ir, pero me ha prohibido comprar un árbol de navidad negro – añadió apenada – Con lo bien que quedan los árboles negros y la decoración blanca o plateada.
– Yo también prefiero el árbol verde de toda la vida – le dije mientras seguía sacando libros de la caja que tenía sobre la cama, hasta que me encontré con la carpeta de partituras y letras de cuando Marcos y yo quisimos montar el grupo y me quede mirándolas mientras me sentaba en la cama.
– ¿Eso son las canciones del “grupo” verdad? – dijo mi hermana mientras remarcaba las palabras entre comillas gesticuladas con los dedos.
– Así es, en verdad hubiera estado bien, pena que no encontráramos batería.
– Yo ya os veía como los nuevos Tokio Hotel versión española – rió ella ampliamente.
– Tú y tu gran imaginación friki.

Esta vez no caería en el error de preguntarle “Quiénes eran esos japos” ya lo hice una vez y terminó con una gran charla de mi hermana explicándome que en realidad eran alemanes, que el cantante y el guitarrista eran hermanos gemelos, que habían empezado con 7 años con no sé qué nombre y que más tarde firmaron con no sé qué discográfica y se convirtieron en Tokio Hotel y cantaban en alemán hasta que cuatro años después fue cuando sacaron el disco en inglés con el single Monsoon, que no había parado de oírse en los 40 este último año, era una canción bonita, la verdad es que me gustaba hasta que mi hermana se compró el disco y los escuchaba a todas horas, entonces llegué a cogerles manía, encima se dedicaba a contarme todos los cotilleos y teorías de las fans de que el cantante y el guitarrista hacían twincest, o lo que es lo mismo que estaban liados a pesar de ser gemelos. Pero el caso es que no quería escucharla hablarme de los alemanes esos así que preferí callarme antes de que ella empezara con su siempre extensa lista de maravillas del grupo.

– Oye, pero no te entretengas y sigue con las cajas que yo quiero ir a IKEA después de comer – me dijo quitándome las partituras de la mano y poniéndolas sobre el escritorio.
– Vale, vale, ya que por lo que veo no piensas hacer nada en tu habitación hasta tener estanterías, ¿por qué no me ayudas y me traes las cosas mías que quedan en la habitación de invitados?

Asintiéndome simplemente salió de mi habitación y se fue a por mis cosas a la salita, aunque dijéramos habitación de invitados en realidad era una habitación poco más grande que la de mi hermana y la mía donde había un sofá cama. Mi madre había decidido que una vez recogido todo pondríamos el televisor que había antes en mi habitación y acabaría siendo una pequeña salita donde mi hermana y yo viéramos la tele o jugáramos a la play y a mí la verdad es que me pareció buena idea y no me importó quedarme sin televisión en mi habitación, no éramos mucho de ver la televisión, sólo alguna que otra serie y sobre todo yo la usaba más que nada para jugar a la videoconsola. Para lo demás usábamos el ordenador que sí que teníamos uno cada uno.

Pasamos el resto de la mañana entre mi hermana y yo sacando cosas de las cajas y como bien había dicho Ángela al no tener en nuestras habitaciones más que la cama, la mesilla de noche y un escritorio, no demasiado grande, tampoco es que hubiera mucho sitio donde poner cosas así que simplemente lo separamos un poco y lo fuimos poniendo sobre el escritorio o la cama a la espera de comprar unas estanterías después de comer.

Tras un almuerzo durante el cual mi madre nos estuvo preguntando por nuestras nuevas amistades en la ciudad y mi padre me advertía mil y una vez que tuviera cuidado con el coche, mi hermana llamó a Andrea por si se quería venir a IKEA. Debo admitir que me alegro que le contestara que no, por lo visto era de las típicas que espera a última hora para comprar regalos y se iría con Pedro toda la tarde a pasearse por el centro comercial. Eso nos evitaba no sólo una tarde friki en IKEA que podía hacerse eterna, sino también otro encuentro con Pedro, del cual ya no sabía muy bien qué pensar. Aún tenía que hacerme a la idea de qué es lo que quería realmente de él, todavía no tenía muy claro si me gustaba o no. Bueno, sí tenía muy claro que atraerme me atraía, pero lo que me preocupaba realmente no era eso, sino qué interés tenía él en mí. Y estaba claro que si venía Andrea casi seguro que venía acompañada de Pedro, parecían inseparables esos dos. Salimos de casa a las tres de la tarde y aunque finalmente no vinieron, la tarde con mi hermana resultó igualmente friki. ¿Cómo era posible que le viera el lado friki a todo? Que si un sillón para niños que según ella parecía un Totoro, una cómoda idéntica a la de la habitación de Rei Ayanami, una lámpara como la de Miki Koishikawa, en definitiva, que los suecos se copiaban descaradamente del anime japonés para sus diseños según Ángela.

Pero la discusión importante vino cuando ella tras ver una vitrina de cristal decidió que “la necesitaba”, era sumamente importante, nada de estanterías, ella “debía tener” esa vitrina para meter sus figuritas frikis y tomos manga, y claro como quien la pagaría en un principio sería yo hasta que llegáramos a casa y mi madre me diera el dinero no me quise arriesgar, así que al final acabó llamando a mi madre y la cosa quedó en que se la podía comprar y contaría como uno de sus regalos de Reyes, así que de paso compró también una estantería igual que la mía de esas tipo modular básicas, la suya en negra y la mía color madera de toda la vida.
Por lo visto los muebles de IKEA no eran un regalo de navidad común así que tampoco tuvimos que esperar mucha cola y para cuando llegamos a casa eran las seis y media de la tarde.

Y básicamente dedicamos el resto de la tarde montando nuestras respectivas estanterías y la vitrina de Angy para después pasar a llenarlas, yo de libros, juegos, CDs y DVDs y ella de mangas y figuritas.

Para cuando por la noche nos llamó Andrea con el plan de salir a dar un paseo o tomar algo por ahí, estábamos tan cansados que decidimos quedarnos en casa viendo alguna película en la ya ordenada y preparada salita.



– xXx–



La mañana del día de Nochebuena nos despertamos de nuevo a eso de las doce de la mañana, después de haber estado hasta tarde viendo algunas de las películas de mi colección de DVDs rescatada el día anterior de las cajas, y para cuando nos levantamos mi madre ya estaba en la cocina preparando una cena elaborada para la noche, que aunque este año en vez de estar reunida media familia sólo seriamos mis padres, Ángela y yo. Mi madre no pensaba dejar pasar una cena de “gala”. Mientra preparaba la cena daba paseos al salón donde estaba montando el árbol de navidad que Angy y yo habíamos comprado la tarde anterior, de manera que nos compadecimos un poco de ella y mientras yo la ayudaba en la cocina mi hermana se dedicaba a colocar cosas navideñas por todas partes. Como habíamos dejado la mayoría de las cosas en Vigo, mi hermana estuvo parte de la mañana dando paseos al bazar chino que había justo debajo de casa, para comprar las luces del árbol, algo de espumillón, nieve para el Belén y alguna que otra cosa más.

Después de una comida ligera, sabiendo lo que nos esperaba para esa noche, con la casa decorada y la cena prácticamente hecha, Angy y yo competíamos en un juego de carreras de la Playstation cuando Andrea llamó a mi hermana y por lo que pude pillar de la conversación pretendían dar una vuelta por el centro.

– Espera se lo pregunto – dijo mientras se separaba el teléfono y se volvía a mirarme – ¿Te vienes a dar una vuelta por el centro? No viene Pedro – añadió en voz baja apartando aún más el móvil mientras lo tapaba con la mano.
– No sé. ¿Qué vais a hacer? – respondí, rodando los ojos por el comentario de Pedro, la verdad es que estaba muy cómodo allí tirado jugando a la Play pero tampoco quería estar todo el día encerrado y más teniendo en cuenta que pasaríamos la noche viendo cualquier gala cutre de la tele con mis padres.
– Pues no sé, ver el centro, dar una vuelta, mirar escaparates, tomar un café... No sé, lo que sea – dijo ella rodando los ojos.
– Vale, vale, lo capto – respondí riendo – Pero ni se os ocurra meteros de tiendas durante horas y cosas así.
– Andy, que dice que se apunta – finalizó ella hablando por el móvil.

Una hora después ya habíamos salido de casa e íbamos de camino al centro a nuestro punto de encuentro habitual: “Kanji-cómics”, tal y como había dicho Andrea pasamos media tarde paseando por el centro simplemente viendo escaparates y entrando en alguna que otra tienda, en las que afortunadamente no perdieron mucho tiempo. Y estaba resultando entretenido y agradable hasta que Andrea decidió ir enseñándome el “mundillo gay” conforme paseábamos.

– Mira, aquel es gay, ese estuvo con Pedro hace un par de años y aquel también, es el novio de uno de los rollos que tuvo Carlos mientras estaba conmigo y con Pedro – iba diciendo ella mientras señalaba “discretamente” a unos y otros que se nos cruzaban por al calle.

Durante todo ese monólogo de Andrea mi hermana miraba muy interesada mientras yo no sabía donde meterme, hasta que señaló a un chico que sí que me sonaba, era un chico aproximadamente de mi altura de complexión delgada, con el pelo castaño claro y peinado de punta en un look “desenfrenado”, tenía una cara de rasgos finos, nariz respingona y una mirada de ojos castaños un tanto retadora.

– Ese es Pablo, aunque sólo tiene 17 años está en todas las fiestas que montan en Gólgota, la disco donde fuimos a la fiesta de espuma – decía ella muy animada.
– ¿17 años? – pregunté sorprendido, el chico aparentaba mi edad si no más.
– Yo pensé que tenía la edad de mi hermano – dijo Angy.
– Sí, es que aparenta más pero que va, sólo tiene 17, siempre ha sido un chico muy precoz, salió del armario a los 15 delante de toda la familia en pleno almuerzo navideño – río ella hasta que Pablo se volvió y se fijó en nosotros, antes de que Andrea siguiera hablando él empezó a acercarse hasta que se paró justo enfrente nuestro.
– Hola Andy, ¿hoy no vas con Pedro? – dijo el dándole dos besos.
– Qué va, se ha ido con su hermano a comprar regalos de navidad – respondió ella.
– Siempre dejándolo todo hasta última hora, ¿cómo no? – y mirándome directamente a mí, añadió – Oye, ¿yo a ti te conozco de algo?
– No creo, porque no es de aquí, se mudaron hace poco – respondió Andrea por mí – Él es Nando y ella es Ángela – añadió señalándonos a mi hermana y a mí – Chicos, este es Pablo.
– No, en serio, me suena muchísimo tu cara – dijo él mientras me daba a mí la mano y dos besos a mi hermana.
– En realidad a mí también me suena a tuya – dije yo confundido.
– ¿En serio? – preguntó Andrea sorprendida.
– Sí, pero no sé de qué – le respondí.
– Como no sea de la fiesta de espuma... – y nada más decir Andrea esto Pablo me miró sorprendido.
– ¡Hostia, sí! Tú eras el que se estaba pegando el lote en los baños del Gólgota con Pedro la otra noche, ¿verdad? – soltó de golpe, mientras yo veía como la cara de Andrea cambiaba drásticamente. "Hijo de la gran puta"... A ver quién soportaba ahora a Andrea.

Pero yo a él lo conocía de otra cosa, porque el domingo iba demasiado borracho como para recordar su cara, lo había visto en otro sitio y de pronto lo recordé “el pastorcillo”.

– Y tú eres el que se lo estaba montando con Carlos en los baños del... ¿Cómo se llamaba? – dije como venganza.
– ¿El Pecado (PK2)? – preguntó Andrea aún más sorprendida mirándonos a ambos, creo que estaba pensándose seriamente a quién interrogar primero y afortunadamente empezó por Pablo.
– ¿Te lo estas montando con Carlos? – dijo indignada.
– Venga ya, Andy, todos conocemos tus movidas y las de Pedro con Carlos, pero eso no quita para que tenga un polvazo.
– ¡Dios! No me lo estoy creyendo, yo te creía listo, ¿sabes que jugará contigo como lo hace con todos, verdad?
– Pero es que yo no le doy oportunidad de jugar, me lo follo y punto, ahí termina nuestra relación – respondió él mirando hacia otro lado.

Y yo sabía por qué, estaba mintiendo descaradamente, recordaba perfectamente aquella conversación en el baño en la que le echaba en cara a Carlos el estar aprovechándose de él y el jueguecito estúpido que se traía Carlos con lo del pastor y el lobo.

– Espero que sea verdad Pablo, porque me caes bien, no quiero verte manipulado por ese capullo.
– Claro que sí, Andy – dijo poniéndose nervioso – Bueno, yo me tengo que ir que he quedado, a ver si nos vemos en otra ocasión – añadió despidiéndose de mi hermana y de mí al tiempo que huía descaradamente.

Dicho esto simplemente se quitó de en medio casi dejando a Andrea con la palabra en la boca, pero claro ella tenía otra víctima, Yo. Se giró lentamente hacia mí de una forma que daba hasta miedo, parecía una de esas chicas poseídas de las películas de terror, y con el pelo tal y como lo llevaba ese día completamente liso y suelto, aparte de lo largo que lo tenía... ¿Cómo se llamaba la japa esa de la peli que le gustaba a mi hermana? ¿Sadako? Era Sadako versión pelirroja la cabrona, la misma mirada de psicópata poseída.

– Así que tú te diste el lote con Pedro – dijo con voz de mala de la película – ¡Lo sabía! Y vosotros diciendo que eran delirios febriles el lunes por la noche. ¡Cómo fue, cuéntamelo!
– Pues... yo estaba muy borracho, él me acompañó al baño, se me acercó, lo besé... – dije sin saber dónde mirar, casi era mejor responderle antes que tenerla toda la tarde preguntando, o eso pensé yo.
– Y os lo montasteis allí en los baños – continuó ella emocionada en un cambio total de personalidad. ¿Acaso esa chica era bipolar? Siguió con su cara de emoción y tan tranquilamente como la que esta diciendo “me gustan los dulces” preguntó: – ¿Quién fue pasivo y quién activo? – creo que hasta mi hermana se sorprendió, aunque fuera sólo por unos segundos.
– ¿De qué hablas? Sólo nos besamos – respondí alterado – Y deja de pegar gritos, por el amor de dios – respondí entre susurros tirando de ella para al menos apartarnos de en medio de la calle donde seguramente más de uno nos miraba con cara de susto.
– Venga ya, Nando no seas así, cuéntamelo – añadió ella.
– Y a te lo he dicho, nos besamos, ya está – respondí. Sorprendentemente mi hermana, que estuvo callada todo ese rato, salió un poco en mi ayuda.
– ¿Y si nos tomamos un café o algo y hablamos tranquilamente allí? Yo quiero repetir en la cafetería esa japo – preguntó mientras Andrea la miraba suspicaz.
– Tú lo sabías, ¿verdad perra? Qué poco corazón, no dijiste nada, muy bonito – dijo con gesto de falsa indignación.
– Yo veo muy buena idea lo de la cafetería – añadí intentando cambiar de tema.
– Pero que confabuladores me habéis salido, vamos a la cafetería pero que ni se os pase por la cabeza que se me olvida el tema.

Y dicho y hecho nos dirigimos a la cafetería mientras por el camino y un poco más discretamente Andrea intentaba sacarme información inexistente de todo lo que pudiera haber pasado en el baño aquella noche, conversación que para mi desgracia continuó en la cafetería con una “fascinante” y totalmente inventada historia producto de la degenerada mente de Andrea, de lo que, según ella, pasó en los baños, seguida por una aún más imaginativa historia de lo que pasaría entre Pedro y yo a partir de ese “encuentro”.

Así transcurrió el resto de la tarde hasta que Andrea recibió una llamada de su madre, a la cual pudimos oír, sin necesidad de manos libres, preguntándole a gritos que donde se había metido y diciéndole que tenía que ayudarla con los canapés de la cena. En ese momento amé de todo corazón a la madre de Andrea por la interrupción, porque ella salió casi corriendo de la cafetería tras pagar y casi despidiéndose desde la puerta aun con el móvil pegado a la oreja, mientras daba no sé qué excusas a su madre.
Yo respiré aliviado y tras mirar el reloj y ver que eran las ocho de la tarde decidimos irnos a casa y durante el camino mi hermana se reía de mi por la situación en la que me había puesto Andrea.

Al llegar estaba todo preparado, una cena de lujo y la mesa vestida de gala, producto del inagotable espíritu navideño de mi madre. Casi nos obligó a vestirnos “de gala” porque según ella la cena de Navidad había que vestirse bien, que era una vez al año y bla, bla ,bla …

Después de la cena tuvimos un rato de singstar y otro rato más de televisión, hasta que dadas las doce nos dimos algunos regalos, solíamos darnos los regalos el día de Reyes, pero de hacía unos años nos dábamos un pequeño detalle por navidad. Yo le regalé a mi hermana un perfume que ya le tenía comprado hacía unas semanas, cuando me dijo que le encantaba, y ella me regaló una edición de lujo con las dos películas de Batman, porque si bien no era un friki del manga como mi hermana, sí que me encantaban las películas de súper héroes basados en cómics americanos. A mis padres les habíamos comprado unos bonos para un fin de semana en un Spa que había cerca de allí. Y mi madre como siempre se empeñó en regalarnos ropa, aunque esta vez había acertado, pues a mí me había comprado una vaqueros y una chaqueta de pana negra que me encantaron y a mi hermana una colección de calcetines altos de rayas de todos los colores, un bolso negro con mil bolsillos y unas Converse de color morado con calaveras negras.

Poco después de eso y tras un rato más de una gala de esas malas de la tele mis padres se fueron a dormir mientras Angy y yo nos quedábamos viendo Batman Begins.


– xXx–


A la mañana siguiente nos despertamos medianamente temprano, pero estuvimos toda la mañana tirados en la salita enganchados de nuevo a la Playstation hasta la hora de comer donde comimos lo que “obviamente” había sobrado de la copiosa cena que había preparado mi madre el día anterior.

Por la tarde a mi padre se le ocurrió sacar el Monopoly para pasar un tarde en familia como hacía años que no pasábamos una, y como entonces, mi hermana y mi padre volvían a ser los que a cada despiste de mi madre hacían todas las trampas posibles. Hipotecaban y deshipotecan con dinero que sacaban de no se sabe dónde, tal y como cuando teníamos 12 años, mientras mi madre se mosqueaba por sus trampas y mientras yo me reía pasando de todo. Casi sin darnos cuenta se nos pasó la tarde y por la noche simplemente tuvimos maratón de películas navideñas cutres que tanto le gustaban a mi madre y mi hermana.


– xXx–


Esa mañana me desperté con el sonido de mi móvil, al principio pensé que seria la alarma pero me di cuenta enseguida de que no la había puesto así que lo cogí y miré la pantalla... “Marcos”.

– Hola, tío – dije aún medio dormido.
– Joder, Nando, eres una puta marmota ¿Sabes que son las 12 de la mañana? – respondió Marcos entre risas – A no ser que salieras anoche. ¿Qué pasa, ya tienes ambiente allí?

¿Ambiente? Y tanto que tenía “Ambiente”, pero no era plan de decirle eso a Marcos.

– Qué va, estuve viendo películas con mi hermana, saldremos hoy supongo, porque ayer era día familiar, tú sabes… – respondí bostezando mientras me acomodaba mejor en la cama.
– Entonces os va de puta madre con esos nuevos amigos frikis, ¿no? Ya te veo a ti vestido de Sailor Moon en el próximo salón que vaya Angy – bromeó.
– Te puedo asegurar que mi hermana no me va a poner un falda por mucho que se empeñe – le reí la broma.
– Oye. pues esta noche más te vale no salir hasta tarde, que al final mi vuelo lo han cambiado y llego allí a las 10 de la mañana, y supongo que me iréis a buscar al aeropuerto, ¿verdad?
– Claro, idiota, no te vamos dejar coger un bus hasta aquí, que ni siquiera es en la misma ciudad, lo que no sé es si iremos Ángela y yo o vendrá mi madre con nosotros, por eso de que no conduzca yo tan “lejos” – dije pronunciando lentamente la última palabra.
– Casi prefiero que venga tu madre, porque tratándose de ti y por la mañana, fijo que te duermes al volante.
– Qué poca confianza me tenéis todos, cuando vengas no te voy a llevar a ninguna parte, a todos sitios andando, o mejor… que conduzca Andrea, con esa sí que flipas baila y conduce a la vez, la última vez que me subí con ella en el coche me pensé seriamente besar el suelo al llegar – le dije riendo ampliamente.
– Oye, y esa tal Andrea... ¿Qué rollito te traes con ella? ¿No fue la que me cogió el teléfono la última vez? – preguntó interesado.
– Qué va, demasiado friki para mí – una cosa era no decirle que era gay y otra inventarme un “novia” para encubrirlo y menos Andrea, que conociéndola fijo que se aprovechaba de la situación.
– Bueno, bueno a ver qué me encuentro cuando llegue... ¿Y tu hermana qué? ¿Se ha buscado ya algún frikoso? – dejó caer como quien no quiere la cosa. Hijo de puta, claro como se supone que yo no sabía nada de su “rollo” con mi hermana.
– Tampoco, sigue siendo friki soltera – respondí a regañadientes.
– Bien, bien, que no me gustaría verla con un flipado de estos que se pasan el día viendo dibujitos y cascándosela con muñecas.

Si mi hermana lo llega a oír diciendo eso, una de dos, o se emociona pensando que en el fondo quiere algo con ella (cosa que yo pensé) o lo mata por tener ese prejuicio hacia los frikis.

– Por ahora no tienes que preocuparte, ningún friki a la vista –le dije intentando no decirle que se dejara de juegos y que ya sabía lo que había pasado entre él y mi hermana.
– Bueno tío pues te dejo que mi madre me está diciendo que corte, acuérdate que llego mañana a las 10.
– Claro, ahora aviso a mis padres y te mando un mensaje avisándote de lo que sea.
– Venga, adiós – se despidió Marcos antes de colgar.

Después de remolonear unos minutos más en la cama me levanté para decirle a mis padres lo que me había dicho Marcos, y al salir al pasillo me crucé con mi hermana que entraba en su habitación.

– Me ha llamado Marcos – le dije.
– ¿A qué hora llega? – preguntó ella muy interesada.
– Su avión llega a las 10 de la mañana, así que habrá que madrugar, tendremos que salir al menos a las 9:15 por si acaso – y viendo su cara de “que pocas ganas de madrugar” añadí – Por cierto, me ha preguntado bastante por ti, de hecho se le veía muy interesado – después de decir eso, a mi hermana le cambió completamente la cara.
– ¿En serio? ¿Qué te ha dicho? – preguntó emocionada.
– Pues una de las cosas que me ha preguntado es si tenías ya un novio friki o algo – le dije mirando su reacción, que iba de la sorpresa a la emoción – ¿Tú crees que pasará algo al final entre vosotros? – le pregunté interesado.
– Pues no lo sé – me dijo mientras miraba el suelo tímidamente – A mí no me importaría, para qué engañarnos, pero es que tampoco me quiero hacer ilusiones. Él siempre me ha llamado bastante la atención y después de lo que pasó el año pasado pues más, pero tampoco he querido cometerme mucho la cabeza. Por eso lo he visto más como un “si pasa bien y si no pues nada”, pero la verdad es que no sé qué haría en el caso de que se repitiera lo del año pasado.
– Sinceramente no sé qué decirte, conozco a Marcos, sé que no es un mal tío, ni es de los que le gusta tontear con todas y tal, sé que llegado el momento se sabe comprometer, pero Angy… Es un tío, asegúrate de que tienes muy claros tus sentimientos antes de hacer nada de lo que te arrepientas, o al menos dejarle las cosas claras a él, porque quizás no busquéis lo mismo el uno del otro.
– Si, supongo que sí – respondió ella pensativa – En fin, ya veré como se desarrolla todo estos días – terminó feliz de camino a su habitación, ya había pasado al modo Zen ese friki-happy y seguramente su mente había olvidado a Marcos momentáneamente para llenarse de yaoi o cualquier otra cosa hasta que lo viera mañana en el aeropuerto y volviera a comerse la cabeza.
– Por cierto, vendrás conmigo a buscarlo, ¿verdad? – le pregunté antes de que cerrara la puerta de su habitación y ella se giró sonriente.
– Claro, pero yo pongo la música – añadió.
– Eso ya lo veremos – respondí riendo, no tenía muy claro que pudiera soportar japoneserías a las 9 de la mañana.

Cuando entré en la cocina buscando a mi madre me avisó de que mi padre estaba en el trabajo, pero que volvería para la hora de comer y me dio un paquete que habían mandado los de Telefónica con la conexión a Internet, obviamente me tocaba a mí ponerlo, porque la línea la teníamos desde el día 22, pero al menos para después de comer como muy tarde tendríamos Internet. De manera que pasé el resto de la mañana conectando el router, creando la red inalámbrica, encriptándola y configurando los ordenadores y la Playstation para que todo estuviera conectado, estaba tan entretenido que no me había dado cuenta ni de que ya había llegado mi padre para comer.

– ¡Fer! – él era el único que me llamaba así, aunque algunos de mis amigos se empeñaron en llamarme así durante un tiempo después de escuchárselo a él – ¿Por qué está mi ordenador encendido?
– Estaba poniéndote la red inalámbrica, ya llego el Kit ADSL y he estado configurándolo – le dije desde la salita donde estaba configurando la Play, que era lo único que me había estado dando problemas, a pesar de ser lo único conectado por cable.
– ¿Ya tenemos Internet entonces? – preguntó él.
– Sí, se supone que sí, reinicia tu ordenador para que se guarde la configuración y prueba a ver.
– ¿Entonces yo también me puedo conectar? – preguntó esta vez mi hermana que hasta ahora ni se había interesado en saber qué era lo que había estado tocando en su ordenador toda la mañana.
– Sí, Angy, reinicia y prueba – le dije configurando las opciones de juego online de la Play. Sabiendo lo que pasaría inicie mentalmente la cuenta atrás 10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2…
– ¡Nando!
– ¡Fer!
– ¡Voy! – respondí entre risas soltando el mando de la consola.

Primero fui al salón a ver que problema tenía mi padre, después de todo mi hermana podía esperar, o al menos un poco antes de empezar a llamarme de nuevo.
– Dime – le dije poniéndome detrás suya y mirando la pantalla donde se veía la clásica ventana del Internet Explorer sin conexión.
– No va Internet.

Obviamente, la red inalámbrica no estaba conectada, en Vigo teníamos la conexión por cable y al llegar aquí nos decidimos por la wireless para no andar poniendo los cables por la pared, así que tras explicarle que se tenía que conectar primero a la red inalámbrica y configurarlo de manera que se conectara automáticamente, vi cómo, por suerte, Internet funcionaba a la perfección.

– ¡Nando! – volvió a gritar mi hermana mientras yo terminaba de explicarle a mi padre qué hacer si no le iba Internet.
– ¡Voy, voy! – le respondí antes de terminar con el ordenador de mi padre e ir hacia la habitación de mi hermana.
– No va Internet – me dijo conforme entraba por la puerta.
Al igual que mi padre no estaba conectada a la red y le di la mis explicación que a él, recé por que funcionara lo de “conectar automáticamente a esta red” porque si no me veía cada dos por tres con la frasecita de “No va internet”.

Cuando terminé con el ordenador de mi hermana volví de nuevo a la salita a terminar con la Play hasta que mi madre nos llamó a comer y tuve que dejarlo. Una vez en la mesa le expliqué a mi padre la llegada de Marcos el día siguiente y como él de todas formas tenía que ir a trabajar iríamos mi hermana y yo a buscarlo en el coche de mi madre, aunque en un principio ella se empeñó en acompañarnos hasta que le dije que nos llevaríamos el GPS y que no habría problemas, a fin de cuentas no eran más de 60km de distancia, tampoco es que fuera una locura y el aeropuerto estaba a las afueras antes de llegar a la ciudad, de manera que en principio tampoco encontraríamos un tráfico excesivo.

Después de comer y cuando por fin conseguí configurar la Playstation para jugar online, decidí conectarme un poco al Messenger, para ver qué tal iban las cosas por Vigo y si estaba Marcos conectado decirle que iríamos mi hermana y yo a buscarlo, con la compañía de “Antonio”, el GPS.
Apenas me había conectado me salio una invitación de contacto: “Dark Angel (kuromi@hotmail.com)”. Apostaba el cuello a que eran o Andrea o Marina, así que le di a aceptar, sin pensármelo mucho, cuando me apareció otra invitación, se ve que me habían agregado todos a la vez “Neo Visual Black (diru_lover@hotmail.com)”, vale lo de visual sonaba a Marina, así que Dark Angel debía ser Andrea, sólo faltaba Pedro, si es que me había agregado, click a aceptar y … por supuesto que me había agregado “¿No lo has notado? Ahora estoy rompiendo todas las reglas (pedro.galvan@gmail.com)”, ya era casualidad que se apellidara justo como Marcos, no se aquí, pero en Vigo desde luego pocos Galván había, quizás aquí sí era un apellido más común, en cuanto a esa frase del nick, me pareció bastante “interesante” aunque seguramente era una cita de vete a saber qué.
Después de aceptar a Pedro miré a ver si estaba Marcos conectado, pero estaba en “Salí a comer”. Sabía que aunque mucha gente pasaba de los estados del Messenger, Marcos era de los pocos que los usaba de verdad, si estaba “ocupado”, estaba ocupado, si estaba en “ausente”, estaba ausente y sólo estaba 100% al Messenger si estaba “online”. Así que simplemente le deje el mensaje para que lo leyera más tarde. Como no había casi nadie conectado y la mitad estaban en “ocupado” decidí desconectarme para jugar un poco online aprovechando que había perdido media mañana configurando la Playstation, pero primero miraría los emails, a eso iba cuando me apareció una ventana de diálogo.

¿No lo has notado? Ahora estoy rompiendo todas las reglas:
Hola

No podía ser otro, la verdad es que en el fondo quería hablar con el, quería saber a qué jugaba, el lunes se portó como un completo capullo creído, a diferencia de lo dulce que había sido el domingo a última hora, pero después antes de irse volvió a ser el chico dulce que fue el domingo por la noche. Pero hablar con el por Messenger no me parecía muy buena idea, no podría verle la cara para saber en qué bromeaba y qué decía en serio, y si no le contestaba parecería que no quería hablar con él. En fin, “de perdidos al río”.

¿Por qué caemos? Para aprender a levantarnos:
Hola
¿No lo has notado? Ahora estoy rompiendo todas las reglas:
vais a salir hoy?
¿Por qué caemos? Para aprender a levantarnos:
no creo, mñn madrugamos k llega Marcos
¿No lo has notado? Ahora estoy rompiendo todas las reglas:
tenéis k buscarlo en el aeropuerto?
¿Por qué caemos? Para aprender a levantarnos:
si, vamos angy y yo a por el
¿No lo has notado? Ahora estoy rompiendo todas las reglas:
sabes llegar?
¿Por qué caemos? Para aprender a levantarnos:
no, xo me llevo el GPS
¿No lo has notado? Ahora estoy rompiendo todas las reglas:
entonces ok
xo no vais a salir aunk sea a tomar algo?
¿Por qué caemos? Para aprender a levantarnos:
pues ni idea
¿No lo has notado? Ahora estoy rompiendo todas las reglas:
espera k se acaba d conectar andy
la meto
hostia
angy tb esta
la meto

*Dark Ángel: se agrego a la conversación
*I scream into the night for you Don't make it true, don’t jump: se agregó a la conversación

Oh, no, lo que me faltaba... Multi conversación de Messenger, las odio, de verdad que las odio.

I scream into the night for you Don't make it true, don’t jump:
Hi
Dark Angel:
Holaaaa
I scream into the night for you Don't make it true, don’t jump:
hostia Pedro tu tb eres fan de crepúsculo?
ame el libro, pero la película…
vaya bodrio
Dark Ángel:
y que lo digas, que porqueria
mens mal k estaba ahí jacob todo divino ^^
¿No lo has notado? Ahora estoy rompiendo todas las reglas:
sera pederasta la tia…
I scream into the night for you Don't make it true, don’t jump:
XDDDD a mi tb m gusta jacob
¿No lo has notado? Ahora estoy rompiendo todas las reglas:
la difrencia es k tu solo le llevas 1 año
Dark Angel:
vete a cagar pedro Jacob es amor *_*

Suficiente, no necesitaba más de eso.

¿Por qué caemos? Para aprender a levantarnos:
chicos, tengo k reiniciar que acabo de actualizar, quedad con angy en lo k sea
me salg …
¿No lo has notado? Ahora estoy rompiendo todas las reglas:
chao Nando
Dark Angel:
no te vayas so perro y tu perdo ya se que os liasteis el domingo
¿No lo has notado? Ahora estoy rompiendo todas las reglas:
O__O como te has enterado?
Dark Ángel:
pablo q tiene la boca muy grande

Ahora sí que me iba, click y… fuera.

– ¡Nando! – cómo no, para Angy sí que no valía la excusa – ¡Nando! – volvió a gritar mientras la oía teclear a toda leche.
– ¿Qué? – le espeté apoyado en el marco de la puerta de su habitación.
– ¿Piensas seguir huyendo de Pedro toda la vida? – me dijo aún mirando la pantalla de su ordenador, mientras yo entraba cerrando la puerta tras de mí y haciéndole señas de que hablara más bajo.
– Yo no huyo de Pedro, huyo de estar toda la tarde tratando de entender de qué habláis – me excusé pobremente.
– Ya… no te lo crees ni tú. Mira, están diciendo de ir al centro comercial, por lo visto han puesto una pista de hielo – dijo emocionada señalando la pantalla.
– ¿Una pista de hielo? ¿En serio?

Desde que en Vigo se hizo costumbre navideña lo de la pista de hielo en el parque Castrelos, yo había ido más de una vez y no se me daba mal del todo, porque a Marcos le dio una época por el skate y me pegó a mí el gusto por las ruedas, aunque yo siempre fui más de patines, pero tengo que reconocer que no era lo mismo el hielo que los clásicos patines en línea, pero no me parecía del todo mala idea lo de la pista de hielo a fin de cuentas.

– Por lo visto es el primer año que la ponen, que Pedro la vio el día 24 cuando fue a comprar regalos – dijo Angy mientras leía la pantalla – Dice que no es muy grande y que la mayoría de la gente esta más en el suelo que de pie pero que él quiere probar – siguió mi hermana – ¡Dios! Dice que no ha patinado en la vida – y tras un velocísimo tecleteo añadió – Ni siquiera en línea – continuó entre risas – Vamos Nando, vamos, se va a llevar todas las tortas posibles, yo lo quiero ver.

Ahora sí que tenía ganas de ir, me lo iba a pasar de lo lindo riéndome de Pedro, le encantaba ir de chulito prepotente, aunque sólo a veces y sigo sin entender esa actitud suya bipolar, pero esta vez sería yo quien se riera.

– Claro, vamos – le respondí a mi hermana con una sonrisa pintada en la cara.
– Dicen que nos recogerán a las 6:00 – me explicó mi hermana – Pero aún no saben quién, Andrea está discutiendo con Pedro, por lo visto no es buen conductor y prefiere conducir ella – rió mi hermana ampliamente.
– Bueno, yo mientras voy a jugar un rato a la Play que aún queda más de una hora – le dije saliendo de su habitación.

Después de un buen rato jugando despegué la vista de la pantalla al escuchar a mi hermana dando gritos.

– ¡Mamá! ¿Dónde están mis patines de hielo?

Los patines habían sido regalo de navidad el primer año que pusieron las pistas en Vigo, tanto Ángela como yo teníamos unos, descuidadamente miré la hora, las 5:45. ¡Mierda!, yo aún estaba en pijama, pero afortunadamente sabía dónde estaban mis patines. Corriendo me levante del sofá y apagué la Play para vestirme antes de que llegaran.
Acelerado busqué en mi armario ropa de abrigo, porque aunque no hiciera un frío excesivo sabía que en la pista sí que lo haría, de manera que me puse unos pantalones vaqueros, básicamente porque sólo gastaba de esos, saqué una camiseta gris, un jersey azul de cuello alto y cogí una cazadora de pana negra forrada por dentro para ponérmela después al salir a la calle.

Apenas había terminado de vestirme cuando escuché la inconfundible musiquita del móvil de mi hermana, señal de que estaban abajo, saqué mis patines de debajo de la cama y me asomé a la habitación de Angy, que rebuscaba entre algunas cajas que por lo que se ve no había desecho y escondía debajo de la cama.

– Angy, son ellos, ¿verdad? – le dije mirando su móvil sobre el escritorio.
– Supongo, pero no encuentro mis patines.
– Seguro que allí los alquilan – le dije impaciente.
– Pero es que los míos molan mucho – me respondió con una mueca de tristeza poniendo morritos y girándose de nuevo a la caja en la que estaba revolviendo – ¡Auch! Aquí están – dijo chupándose el dedo feliz, se había cortado con la cuchilla.
– ¿Te has hecho daño? – pregunté acercándome.
– No, sólo un arañazo – dijo mirándose el dedo con una gota de sangre – Vámonos – canturreó poniéndose de pie con los patines en la mano.

Le eché un vistazo y lo primero que pensé fue que de no ser porque sé que sabe patinar sobre hielo juraría que la que seguro que se la pegaba hoy era ella, por que con esa falda larga negra mucha movilidad no debía tener. Y de nuevo sonó el móvil de mi hermana de manera que corrimos hacia la puerta despidiéndonos de mi madre.

Al llegar abajo comprobé que finalmente venían en el coche amarillo de Andrea, y ambos nos miraron sorprendidos cuando aparecimos en el portal, hasta que nos subimos en la parte de atrás del coche.

– ¿Tenéis patines de hielo? – pregunto Andrea totalmente vuelta en su asiento.
– En Vigo ponen pista de hielo todos los años – respondió mi hermana.
– ¿En serio? – preguntó Pedro – Eso no vale, vosotros tenéis experiencia, seremos nosotros los que hagamos el ridículo.
– Eso es lo divertido – le respondí sonriendo.
– ¿Me enseñarás a patinar, Angy? – preguntó Andrea.
– Claro, no es tan difícil como crees – respondió mi hermana.
– Enséñame a mí también, Angy – dijo Pedro.
– De eso nada, a ti que te enseñe Nando, a Angy ya me la he pedido yo – dijo Andrea mirando a mi hermana de manera cómplice. Ya sabía yo por donde iba aquello.
– Bueno, Nando, enséñame tu entonces – dijo el seductoramente.
– Puedes aprender sólo, no es tan difícil – le dije sonriendo irónicamente.
– Venga ya, Nando, no seas así – me dijo mi hermana dándome un codazo justo en las costillas.
– Además así tienes excusa para meterle mano – dijo Andrea dándose la vuelta y arrancando el coche.
– ¿Quién quiere meterle mano? – dije alterado.
– Según Pablo, tú – respondió ella entre risas.
– Estaba borracho – refunfuñé poniéndome colorado mientras los otros tres se reían de mí.
– Si, si ya – respondió Andrea e intentando dejar el tema por zanjado añadió – ¿Qué haremos esta noche?
– Nosotros no vamos a salir, mañana por la mañana tenemos que ir al aeropuerto a por Marcos – dijo mi hermana antes de que yo pudiera contestar.
– ¿Ya? ¿Mañana llega Marcos? ¿Lo puedo violar? – casi gritó Andrea emocionada mientras miraba hacia atrás.
– ¡La carretera! ¡Mira la carretera! – le grité alterado.
– Sí, sí tranquilo… Pero ¿lo puedo violar?
– ¡NO! – gritamos mi hermana y yo a la vez.
– Vale, vale tranquilos – dijo ella – Mirad ya hemos llegado – añadió señalando el centro comercial.

Cuando llegamos descubrí que el espectáculo era ciertamente divertido, según nos explicaron era la primera vez que ponían una pista en la ciudad, la mitad de la gente no se atrevía a meterse en la pista por vergüenza a hacer el ridículo y los que se atrevían estaban más tiempo en el hielo que patinando.
Los primero sorprendidos de vernos con los patines al hombro fueron los del puesto de alquiler de patines donde fuimos a que Andrea y Pedro pidieran los suyos.
Ya con los patines puestos mi hermana y yo nos dirigimos a la pista mientras Andrea y Pedro hacían el intento de no matarse en el corto recorrido.

– Venga, es fácil – dijo mi hermana desde el centro de la pista mientras se diría a hacia ellos que aún se agarraban a la valla – Venga, sólo soltaos – siguió diciendo mientras llegaba a su altura y tiraba de Andrea.

Yo por mi parte simplemente me deslicé por la pista esquivando a la gente y di un par de vueltas antes de volver donde ahora sólo Pedro se agarraba a la valla y a pocos metros mi hermana tiraba de Andrea haciéndola moverse.

– ¿En serio voy a tener que despegarte de ahí? – dije riéndome de Pedro.
– No, yo puedo solo – dijo de manera autosuficiente mientras se soltaba de la valla para hacer equilibrios, antes de volver a agarrase mientras yo me reía abiertamente – Vale, no puedo – resopló abatido – ¿Me ayudas? – me preguntó tímidamente mientras le caía el flequillo por la cara y se lo apartaba resoplando hacia arriba en un gesto bastante cómico.
– Vale, dame la mano – dije al tiempo que extendía la mía hacia él.
La miró un momento desconfiado y después la cogió, pero seguía agarrado a la valla con la otra mano sin querer soltarse, me dedicó una mirada tímida y suspiró haciendo moverse otra vez su flequillo. Definitivamente, era bipolar. ¿Dónde está el chico creído y chulo que me plantó cara hace unos días diciéndome que yo estaba loco por él? La verdad ni lo sabía ni me importaba, este era el chico que a mí me había llamado la atención desde el primer momento. ¿Y qué hago yo pensando esto ahora?

– Ahora suéltate – le dije mientras me miraba medio asustado – No te vas a caer – le dije sonriendo.
– Como me caiga y me parta una pierna te mato. ¿Y si me caigo y alguien patina sobre mí y me corta una mano o algo?
No pude evitar reírme de su comentario, pero simplemente tiré de él intentando separarlo de la valla, cosa que conseguí mientras él se tambaleaba un poco.
– Ahora sólo deslízate – le dije al tiempo que me deslizaba yo un poco arrastrándolo conmigo.
– No, no, no – me dijo agarrando mi mano con mas fuerza – Da igual, lo dejo.
– ¿Has pagado 6€ para estar cinco minutos agarrado a una valla? – le pregunté tirando un poco más de él, separándolo de la valla de nuevo.
– Me voy a caer – me dijo asustado.
– Seguro que sí, pero no te vas a romper nada, ni te van a cortar una mano – le dije sonriendo – Como mucho se te congelará el culo si tardas demasiado en levantarte.
– Me gusta mi culo tal y como está, gracias – me dijo con una cara bastante cómica.
– En eso estoy de acuerdo contigo – le dije echándole un vistazo a su trasero. ¿En qué estaba pensando? Nando ¡No! Vas mal. Me autoreproché mentalmente antes de que él me mirara sorprendido.
– Vaya, gracias – me dijo un poco más confiado.
– Venga, muévete, que no pienso estar aquí toda la tarde.

Y nuevamente tiré de el, haciéndolo deslizarse por el hielo, mientras se aferraba a mi brazo, esta vez con las dos manos. Como vi que era un poco imposible que se deslizara por sí solo al menos por ahora, seguí haciéndole de remolque durante varios minutos, hasta que fue suavizando el agarre poco a poco, entonces en un movimiento rápido hice que se soltara y lo deje solo en medio del hielo situándome a un par de metros.
– Ahora tu solo – le dije mientras él miraba con una mezcla de odio y preocupación.
– No tiene gracia, Nando – me dijo un poco alterado.
– Venga, en serio que no es tan complicado, mira Andrea – le dije señalándola mientras esta se deslizaba un poco insegura con mi hermana al lado – Sólo haz lo mismo que ella, mira – añadí deslizándome un poco a su alrededor.
El arrastró un poco los pies sobre el hielo, de una manera bastante graciosa mientras se tambaleaba acercándose poco a poco a mí, pero hacía movimientos muy cortos, como las geishas al andar. Así no llegaría a ninguna parte.
– Tienes que deslizarte más, pasos más largos, ven – le dije tendiéndole de nuevo mi mano, este se apresuró a cogerla y a dejarse llevar de nuevo – No, no, tienes que mover los pies. Si veo que no mueves los pies, te suelto – le regañé.
– Vale, vale, yo muevo los pies, pero a ti ni se te ocurra soltarme – dijo mientras arrastraba un poco los pies de manera más confiada que antes.
– ¿Ves? Eso esta mejor – le dije mientras yo patinaba de espaldas al tiempo que le miraba y tiraba de él cogiendo un poco más de velocidad.
– Uhhh, mira qué romántico – escuché decir de Andrea, momento en que solté a Pedro apartándome hacia un lado, rojo de vergüenza, pero con la inercia Pedro siguió deslizándose por la pista.
– ¡Nando! – gritó desesperado mientras se tambaleaba intentando mantener el equilibrio.
– ¡Dios! Que se la pega – exclamé mientras patinaba hacia él, que se dirigía a un grupo de chicas que intentaban hacer piruetas.

Afortunadamente lo agarré justo a tiempo antes de que cayera sobre ellas y lo sujeté con un brazo por la cintura chocando contra él y frenándonos a los dos de golpe de manera que estuvimos a punto de caer al hielo. Él se giró asustado y se abrazó contra mí apoyando su frente en mi hombro quedando un poco encorvado, pues me sacaba un par de centímetros y las cuchillas de sus patines eran más altas que las mías.

– No vuelvas a soltarme – susurró en mi hombro asustado.
– No te suelto, tranquilo – le dije dándole palmaditas en la espalda.
– En serio, no me sueltes – repitió esta vez mirándome con esos bonitos ojos azules.
– ¿Quieres volver? – le pregunté consciente de que en realidad yo tampoco no quería soltarlo.
– No – me dijo mientras negaba con la cabeza – Quiero volver a intentarlo, ya casi le iba pillando el truco, no me volverás a soltar, ¿verdad? – volvió a preguntarme inseguro.
– Ya te he dicho que no, dame la mano – le dije separándome un poco cogiendo su mano – Vamos, mueve los pies – y cuando vi su cara de preocupación añadí – No te suelto, lo prometo, pero si no mueves los pies te abandono otra vez en la valla.

Y él simplemente asintió con la cabeza meciendo su pelo sobre su cara al tiempo que deslizaba titubeante los pies mientras yo seguía patinando hacia atrás, tal y como había hecho antes mientras Andrea volvía a acercarse, pero esta vez se calló cuando yo le dediqué una mirada asesina.

Al cabo de un rato Pedro parecía desenvolverse mucho mejor, cosa que me entristeció al pensar que soltaría mi mano, pero no lo hizo, mejoró bastante en el transcurso de la hora que duraba el alquiler de los patines pero no soltó mi mano ni un solo momento y yo tampoco hice el intento de soltarle a él, se lo había prometido.

Después de la sesión de patinaje Angy y yo dejamos los patines en el coche y volvimos al centro comercial a tomar algo caliente en una de las cafeterías. Pasamos un rato allí hablando de todo un poco y afortunadamente no mucho sobre frikismo si no más bien sobre las ideas de lo que podíamos hacer en fin de año. Más o menos a la hora de la cena Andrea volvió a dejarnos en casa y nos despedimos hasta el día siguiente que habíamos quedado en salir por la noche para enseñarle a Marcos el lugar, pero esta vez por supuesto no iríamos a la zona de ambiente.

Capitulo 5 – Convaleciente

en 11:36
Nunca había sido de beber demasiado y aun así tampoco es que lo evitara, pero lo haría a partir de ahora, aquella era la peor resaca que había tenido en su vida, lo normal puede ser fatiga y dolor de cabeza, algo medianamente soportable y que solo te dura las primeras horas del día después de haberte levantado, con la boca como si hubieras masticado un zapato mugriento. Pero esto era peor, llevaba desde las dos de la tarde, hora a la que me había despertado mi madre para almorzar, no sólo con los síntomas típicos, sino también con malestar en todo el cuerpo un terrible dolor de garganta e incluso escalofríos. Mi madre obviamente se había dado cuenta de la situación y aunque al principio me había echado la bronca por mi poco control con la bebida, ahora llevaba más de media hora rondando a mi alrededor mientras yo hacía como que veía la televisión liado en una manta y recostado en el sofá del salón.

– Nando, ¿seguro que estás bien? A ver si pillaste un resfriado – decía tocándome la frente – Mira que os lo dije, que no era buena idea ir a una fiesta de espuma en pleno mes de Diciembre, sólo se os ocurre a vosotros.
Ella siguió parloteando y haciendo hincapié en nuestra falta de consciencia al hacer esas “locuras” hasta que al ver que no le prestaba la menor atención desapareció por el pasillo.
– Te he traído el termómetro, por fin lo encuentro, estaba en una de las cajas que aun están por abrir en la habitación de invitados – dijo ella tendiéndome uno de esos termómetros de cristal relleno de mercurio. Lo cierto es que teníamos uno digital, pero decía que no era lo mismo, que marcaban la temperatura que les daba la gana, así que ella seguía fiel al termómetro antiguo de toda la vida, de manera que lo primero que tenías que hacer para tomarte la temperatura era bajar el mercurio a base de zamarreones, esperaba que lo hubiera bajado ella antes de dármelo porque no me veía con fuerzas para ello.
– Por cierto, mejor será que Ángela y tú limpiéis y organicéis la habitación cuanto antes, porque Marcos llega el viernes, ¿no? – decía mientras yo comprobaba que el termómetro estaba listo para usar y me lo daba – Encima esta noche tenemos la dichosa cena esa, no sé que hacer, no quiero dejar a tu padre solo… Bueno, mejor vamos a ver primero si tienes fiebre.

Nos habían dicho lo de la cena de empresa de mi padre ese medio día, a decir verdad nos lo habían dicho un par de días atrás pero nosotros lo habíamos olvidado por completo, esa noche iban a pasarla fuera porque la cena era en un hotel en la ciudad vecina, de manera que para evitar coger el coche de noche después de haber bebido habían decidido reservar habitación en el mismo hotel y volver al día siguiente. Yo ya le había dicho a mi madre que no tenía de qué preocuparse, que simplemente me tomaría algún antigripal y me iría a la cama temprano, a decir verdad eran las cinco de la tarde y tenía pensado irme a la cama nada más saber mi temperatura tuviera fiebre o no, ella no es de las típicas madrazas agobiantes pero a veces le daba la vena sobre protectora y ahora que se sentía culpable por habernos llevado a otra ciudad separándonos de amigos y compañeros, le había saltado la vena “madraza preocupadísima”. No es que me molestara especialmente pero podía resultar cargante más de media hora seguida y hoy estaba especialmente cargante.

– Nando cariño, creo que eso ya está, dame a ver cuánto tienes de fiebre – dijo mi madre pidiéndome el termómetro que yo no tardé en darle sin siquiera mirarlo antes – Tienes 37.5, no es mucho pero será mejor que te metas en la cama y a ver que hago yo esta noche.
– Ni se te ocurra quedarte aquí mamá – le dije molesto – No soy ningún niño chico y sólo tengo un resfriado, me tomo un antigripal y lo más seguro es que pase dormido de aquí a mañana.
– Nando, cariño, pero es que estáis solos y no conocéis a nadie. ¿Qué pasa si te sube la fiebre?
– No seas negativa mamá, si me sube la fiebre me tomo un antibiótico y me vuelvo a meter en la cama, no creo que por que tu estés aquí la cosa vaya a ser distinta.
– Venga ya mamá, que yo me quedo con él, hoy no pensaba salir – dijo mi hermana entrando en el salón con un manga en las manos.
– Bueno, pero si pasa cualquier cosa me llamáis al móvil, estaré pendiente de él– dijo mi madre al fin.
– Claro mamá – respondió mi hermana.
– Bueno, yo me voy a la cama – dije levantándome del sofá arrastrando conmigo la manta en la que estaba liado – Las medicinas están en el baño de tu dormitorio ¿verdad mamá?
– Si, pero no hagas como tu padre, tómate sólo un sobre y ya si eso dentro de seis horas te tomas otro.

Mi madre decía eso porque mi padre en más de una ocasión en su afán de acortar el tiempo de efecto de las medicinas se automedicaba en dosis dobles, después se echaba a dormir y para cuando se despertaba al cabo de muchas horas de “coma” ya estaba bastante mejor. Me lo planteé seriamente pero finalmente me tomé un solo sobre como indicaba el prospecto y acto seguido me fui a dormir mientras escuchaba de fondo cómo mi madre explicaba a mi hermana que se irían a eso de las 8 y se arreglarían en el mismo hotel, no me dio tiempo de escuchar mucho más porque nada más meterme en la cama se me cerraron solos los ojos y caí en los típicos sueños paranoicos que te produce la fiebre.

De buenas a primeras volvía a estar en la fiesta de espuma encerrado en los baños con Pedro, nos besábamos apasionadamente al tiempo que nuestras manos se deslizaban por nuestros cuerpos, la música apenas era audible, tan sólo un murmullo lejano en nuestras enfebrecidas mentes, simplemente sintiendo los roces de nuestra piel en las íntimas caricias bajos nuestras húmedas camisetas, las traviesas manos de Pedro recorriendo mi abdomen bajando cada segundo un milímetro, sus dedos entretenidos en mi ombligo, mis manos una en su nuca haciendo más profundo el beso y la otra deslizándose por su espalda, cada vez más abajo, cada vez más ansiosa, hasta llegar a su meta y posarse sobre su pequeño pero firme trasero. Una de las manos de Pedro bajando por mi vientre mientras la otra se apoyaba en mi pecho, esa mano enloquecedora que me hacía cosquillas a medida que bajaba suavemente parecía que aún sin pararse nunca llegaba a su destino, como esos sueños en los que corres sin avanzar, hasta que después de un tiempo que me pareció infinito se coló bajo mi mojado bañador acariciando lo que era una innegable erección sobre la tela de mis boxers, a penas si tenia aire para respirar pero no me importaba, todo lo que importaba era esa mano ejerciendo la presión perfecta en el lugar perfecto. Pero de repente todo cambio, la mano de Pedro se retiro lentamente de donde estaba mientras el iba separando su cuerpo del mío, intente retenerlo atrayéndolo mas entre mis brazos intentando que no se rompiera aquel intimo contacto, pero pareciera que Pedro me doblara la fuerza aun siendo mucho mas delgado y menos ejercitado que yo. Casi me conformaba “casi” con que al menos nuestros labios siguieran en contacto mientras se mezclaban nuestro aliento y saliva, pero poco a poco también fue desapareciendo aquello, para cuando quise abrir los ojos la música llegaba de nuevo a mis oídos nítidamente y Pedro me miraba con cara de superioridad, no estábamos solos, Carlos estaba allí y mientras Pedo se alejaba de mí aún sin romper el contacto visual, Carlos se aproximaba cada vez más por su espalda hasta chocar su pecho con esta y rodear el delgado cuerpo de Pedro con sus musculosos brazos, lentamente fue dejando besos en su cuello mientras Pedro dejaba de mirarme para volverse con una radiante sonrisa hacia Carlos.

Yo estaba allí sin aliento, extremadamente caliente y sintiéndome como una jodida mierda, mientras Carlos susurraba palabras al oído de Pedro que yo no alcanzaba a oír, pero que suponía tenían que ver conmigo, pues Pedro mientras tanto me miraba con expresión de burla mientras me sonreía falsamente. Ya no sabia si mi enfado era por haberme dejado de esa manera o por ver a Pedro con Carlos, supuse que era una mezcla de las dos cosas pues aunque mi entrepierna casi dolía, por la marcada erección que ahora Pedro y Carlos miraban a través del mojado bañador, me dolía enormemente pensar que Pedro sólo había jugado conmigo y que seguramente yo había sido un peón en algún tipo de juego que se trajera con Carlos. Juego en el cual yo era un muñeco del cual reírse.

De pronto todo daba vueltas, un extraño zumbido resonaba en mi cabeza, ni siquiera distinguía las figuras de Carlos y Pedro mirándome en el baño. Es más,ni siquiera distinguía las paredes del baño, ni escuchaba la música de la discoteca de fondo, sólo ese incesante y repetitivo zumbido.

Abrí los ojos y todo estaba oscuro, me giré a ver mi despertador y eran las nueve menos diez de la noche, después de un par de segundos me di cuenta de que el zumbido que había oído en sueños no era otra cosa que estruendoso ruido del portero electrónico sonando desde la cocina, pensé en dejar que abriera mi hermana, pero pude escuchar otro ruido de fondo que parecía ser la ducha del baño del pasillo, así que me dispuse a levantarme, cuando me incorpore en la cama descubrí que el calentón no solo había sido en sueños si no que estaba empapado en sudor y a través de mis pantalones de pijama se podía ver lo abultado de mi entrepierna.

– Mierda – susurre levantándome de la cama.

No tenia claro si el sudor era por el sueño o por la fiebre pero estaba clarísimo que la fiebre no era la culpable de que ahora la tuviera totalmente dura. “Maldito Pedro, ni en sueños puedo dejar de pensar en el”, pensé.

Mientras salía de la habitación el porterillo seguía sonando insistentemente, eché un vistazo al pasillo y la puerta del baño estaba cerrada, mientras sonaba el ruido de la ducha.
– Ya va, ya va – dije como si pudieran oírme, mientras entraba en la cocina y me acercaba al porterillo – ¿Quién es? – pregunté.
– Di “manco” – respondió una voz ronca.
– ¿Cómo?
– Por favor, di manco – repitió la ronca voz.
– ¿Manco?
– Oh, sí – gimió la voz, yo miré sorprendido el auricular y sin pensármelo dos veces lo colgué.

Estaba alejándome cuando volvió a sonar, si aquel salido de género incierto me volvía a gemir en el oído iba a mandarlo a la mierda, vaya, era lo que me faltaba después del aquel sueño y sus notorias consecuencias.

– ¿Quién es? – dije irritado.
– ¿Nando? Somos nosotros, abre – oí decir a Pedro con las risas de fondo de Andrea que entre carcajada y carcajada decía algo así como “Manco – dechu”, maldita friki loca. Aquello había sido como un jarro de agua fría y por suerte o por desgracia había hecho el mismo efecto en mi entrepierna.
– ¿Pedro?
– Claro, Angy nos dijo que estabas enfermo y ella no salía porque estaba de enfermera, así que quedamos en cenar aquí y ver una peli.

Iba a matar a mi hermana, estaba decidido ¿Cómo se le ocurría decirle a Pedro que viniera a casa? Después de lo de anoche, aunque ella no sabía nada claro, eso no me tranquilizo desasido porque suponía que lo hubiera hecho igual aun sabiéndolo.

– ¿Nando? – dijo Pedro sacándome de mis cavilaciones.
– Oh, perdona os abro.
Tras colgar me fui directamente en busca de mi hermana y llegué justo a tiempo para verla salir del baño enfundada en un albornoz.
– ¡Ángela! – le grité, haciendo que se girara bruscamente.
– Vaya Nando, ¿estás mejor?
– ¿Cómo se te ocurre decirle a esta gente que vengan?
– Si estoy mejor, gracias Angy – dijo ella mirándome seriamente.
– Esa no es la cuestión, ¿estás tonta?
– Joder,que nos van a atar y después desvalijar el joyero de mamá, tranquilízate Nando.
– Ya, resulta que yo no tenía ningunas ganas de ver hoy a Pedro.
– Pues anoche bien que te le pegabas.
– Precisamente – respondí mordiéndome la lengua.
– Me he perdido, Nando, a ver… ¿No quieres verlo porque ayer borracho te pegabas a él?
– Si sólo hubiera sido eso… – dije mirando al suelo.
– Oh Dios, ¡oh Dios! ¿Qué paso? Cuéntamelo todo, verás cuando se lo diga a Andrea.
– ¡Ángela! Como digas una sola palabra te mato, más te vale hacer como que no te he dicho nada.
– Jo – replico cabizbaja – ¿Pero hubo sexo? – preguntó de pronto emocionada.
– Por dios,Angela – dije sin salir de mi asombro
Pero no pude decirle nada más, porque enseguida sonó el timbre.
– Ve tú que yo estoy en albornoz – dijo ella como si nada.
– Y yo en pijama,¿no te jode?
– Nando me tengo que vestir, tu pijama parece un chándal – la mire con asombro por su increíble cara dura. – Vale, vale, yo abro tu ponte guapo para Pedro – La mato, yo la mato.
– ¡Cámbiate pero ya! Ya abro yo – le dije mientras sonaba el timbre por segunda vez.

Me di media vuelta mientras mi hermana entraba en su habitación y me dirigí a la puerta.
– Ya va – dije resignado mientras abría.
– Hostia el enfermo – dijo Andrea – ¿Tú no deberías estar en la cama?
Lo estaría si no me hubierais despertado, pensé – Me acabo de despertar y ya no tengo sueño – dije finalmente.
– Bueno mejor, así cenas con nosotros – añadió Pedro mirándome a los ojos. Casi pude recordar la mirada de burla de mi sueño pero nada tenía que ver con la mirada que se veía a hora en su rostro, más sincera, más brillante, parecía sonreír.
– ¿Y que vamos a cenar? – pregunte dejándoles paso a que entraran.
– ¿Qué tal pizza? – sugirió mi hermana saliendo del pasillo.
– Por mí perfecto – dijo Andrea.
– Y por mí – añadió Pedro.
– Pizza entonces, espero que tengáis el número porque nosotros no tenemos ni idea – dije cerrando la puerta después de que entraran Pedro y Andrea.
– Claro, oye Angy déjame ver tu colección – dijo Andrea dando saltitos. – Por cierto, me he traído Moon Child y Kagen no Tsuki, por si no las habíais visto.
– ¿El qué? – dije extrañado.
– Dios, ¿Kagen no Tsuki tiene película? Esa es Last Quarter ¿verdad? El manga de Ai Yazawa – dijo mi hermana emocionada.
Ahí me di cuenta de que hoy volvería a ser una jornada friki, y encima no tenía escapatoria, ya me veía viendo dibujitos subtitulados hasta que Ángela mas emocionada que mi hermana empezó a dar explicaciones.
– Sí, pero lo mejor es que el que hace de Adam es Hyde, no sé si lo conoces, es el cantante de L’arc– en – Ciel, y la otra peli, Moon Child es de Hyde y Gackt – explicó Andrea – Gackt ahora canta en solitario, bueno solitario… – añadió meditabunda – Siempre va con los mismos músicos y qué decir de su guitarrista YOU, ahí hay yaoi – continuó explicando emocionada mientras mi hermana la miraba sorprendida – Pero bueno que me pierdo, el caso que las dos películas son de Hyde y son geniales.
– Espera, L’Arc– en – Ciel, me suena ¿no son los del opening de DNA2? – preguntó mi hermana.
– ¡Sí! – exclamó Andrea emocionada – “tooku no kaze wo mi ni matou anata ni wa todokanai...” – cantó en japonés, mientras mi hermana se le unía.
– Adoro esa canción dijo Angy, pero no sé ni qué cara tiene el cantante.
A esas alturas de la conversación yo ya estaba pensando seriamente volverme a la cama, hasta que Pedro intervino.
– Bueno dejaos de marujeo, más vale que llamemos a la pizzería porque no sé vosotras pero yo no quiero cenar a las 11 y tardarán un rato en traerla ¿Tú qué dices, Nando?
– Sí, mejor será, voy a por el teléfono y vosotros llamáis – dije escabulléndome por el pasillo hacia el salón en busca del inalámbrico.

Iba a darme la vuelta con el teléfono en la mano, cuando una mano, que desgraciadamente tenía muy claro de quién era, se posó en mi hombro.
– Verás, lo de ayer…
– Lo de ayer, no debería haber pasado – le corté dándome la vuelta.
– ¿Insinúas que no te gustó? – respondió con una sonrisa de medio lado.
– Sólo digo que pasó porque estaba demasiado borracho.
– Anoche no decías eso, de hecho te pregunté varias veces si estabas seguro – es verdad, me había preguntado, varias veces y yo me había empeñado en decirle lo seguro que estaba de aquello, y lo estaba, anoche…
– Ya te lo he dicho, estaba borracho.
– Y caliente...Además, los borrachos no mienten ¿no es eso lo que dicen? – preguntó pícaramente.
– Vale, estaba caliente, pero acabemos con esto, lo que quería decir es que no se volverá a repetir.
– ¿Por qué?
– No me va ese rollo.
– ¿Qué rollo? – dijo molesto.
– Tu rollo.
– ¿A qué te refieres?
– No me va liarme con cualquiera una noche por que sí.
– Bueno, tú no eres cualquiera, espero no ser cualquiera para ti – añadió esto último mirándome directamente a los ojos, tan intensamente que casi me deja sin habla.
– No me refería a eso.
– ¿Entonces a que te referías?

Justo en ese momento entró Andrea en el salón, que se quedó parada en la puerta mirando cómo yo sujetaba el teléfono entre mis manos.
– Dice Angy que si habéis llamado ya – dijo dudosa.
– No, aún no sabemos qué pedir – respondió rápidamente Pedro.
– Ya, por mí me da igual, pero sin piña por favor, odio la pizza tropical, voy a cotillear un poco la habitación de Angy mientras se seca el pelo – dijo ella saliendo del salón.
– Disfrútalo, seguro que te gusta – le dije mientras la veía salir.

Me pareció extraño que no dijera nada de la situación, conociéndola, lo normal es que hubiera entrado diciendo “yaoi, yaoi” teniendo en cuenta que la luz del salón no estaba encendida y Pedro y yo estábamos demasiado cerca. Sólo podía suponer una cosa.
– Oye, ¿Andrea lo sabe? – pregunté molesto.
– ¿El qué?
– No te hagas el idiota, lo de anoche.
– No, no lo sabe – dijo muy seguro.
– Preferiría que no lo supiera – dije tras un suspiro de alivio.
– No será que te arrepientes de haberte liado conmigo, ¿acaso te da vergüenza ahora que estás sobrio? – me reprochó bastante molesto.
– No te lo tomes por donde no es, simplemente no la quiero tener encima toda la noche preguntándome barbaridades, además no me va eso de airear mi vida privada. – le respondí agachando la cabeza.
– Nos ha salido místico el chaval, ¿sabes qué te digo? Que la próxima vez que te cojas una borrachera como la de anoche se va preocupar de ti un guarda.
– ¿Preocuparte por mí? Si lo que hiciste fue meterme cuello – le increpé.
– Vale, lo reconozco, estaba tonteando contigo, pero fuiste tú el que me metió la lengua hasta la campanilla – dijo acercándose más a mí, con gesto de enfado.
– Estabas encima de mí acosándome, como ahora…– añadí, seguramente sonrojado, intentando no desviar la mirada de sus azules ojos.
– ¿Ahora también me vas a meter la lengua? – preguntó inclinándose aún más.
– No – respondí casi en un susurro.
– ¿Seguro? – dijo mientras se seguía acercando a mí.
– Seguro… – esta vez estaba sobrio y aun así, tener sus labios tan cerca de los míos me estaba poniendo realmente nervioso, tanto que casi pude notar como temblaba le teléfono en mis manos y por un momento, pensé que el también lo había notado.
De repente se separó completamente de mí y dio un largo suspiro dejándose caer en el sofá que tenía tras él.
– Vale, no quieres admitir que te gusto, pero yo sé que sí, al menos ya sé que es lo que te tengo que dar la próxima vez… – y mirándome pícaramente a los ojos añadió – Mojitos, y bien cargados.
Me había dejado de piedra, ¿cómo se podía ser tan creído? Vale que en realidad tenía razón, pero menuda cara dura la suya. Pretendía haberle dicho algo pero justo en ese momento entraron las chicas al salón.

– ¿Habéis llamado ya o aún estáis decidiendo qué pedir? – dijo Ángela mirándonos, primero a Pedro y después a mí.
– Toma, llama tú – dije tendiéndole el teléfono a Pedro – Yo no sé el número y me da igual la pizza.
– Sin piña – volvió a decir Andrea.
– ¿Qué pido entonces? – dijo Pedro cogiendo el teléfono de mis manos.
– ¿Qué tal una barbacoa y alguna tipo carbonara? – le respondió mi hermana, preguntándonos a Andrea y a mí con la mirada.
– Por mí bien – dije sentándome en el sillón frente al sofá en el que estaba sentado Pedro.
– Y por mí – añadió Andrea sentándose junto a Pedro al tiempo que éste marcaba el número y mi hermana se sentaba en el reposa brazos del sillón donde me había sentado yo.


Después de dar la dirección y decidirnos por dos familiares, barbacoa y carbonara, estuvimos un rato más en el salón, a mí me había vuelto un poco del mareo que tenía al medio día y estaba más bien pasando de la conversación que iba sobre no sé qué de músicos japoneses que se metían mano en el escenario. Hasta que sonó un móvil con el opening de Queer as Folk, y Andrea se levanto buscando entre los muchos bolsillos de los pantalones tipo hip– hop que llevaba ese día.

– Es Marina – dijo descolgando el móvil – Oye, perdida, ¿dónde te metes? Te estuve llamando antes…
Al otro lado de la línea se escuchaba la voz de Marina aunque entre el mareo y el poco volumen del móvil tampoco distinguí que decía, y Andrea siguió hablándole – Vaya putada, pero estarás para fin de año, ¿verdad? – de nuevo volvió a hablar Marina – No, plan no hay pero ya sabes que algo inventamos.
– ¿Qué pasa? – preguntó Pedro.
– Ahora te cuento – dijo Andrea mientras seguía escuchando a Marina al otro lado de la línea – Sí, sí, ya te aviso con lo que sea, venga intenta no morir de aburrimiento allí, ciao – finalmente Andrea se despidió y colgó el móvil antes de contestar a Pedro.
– Que su familia ha organizado unas navidades campestres y se van al pueblo de los abuelos a pasar allí unos días, pero volverá para Fin de Año.
– Dios, y allí sin Internet ni nada, ¿te acuerdas cuando fuimos hace dos veranos? Ni la tele se veía bien, querrá morir, se va a pasar la mitad del día durmiendo – dijo Pedro.
– Ya ves, menos mal que se compró hace poco el portátil y al menos podrá ver anime o algo, pobre timada, en fin, ¿qué se le va a hacer?
– Pero estará con nosotros para fin de año, hagamos lo que hagamos – dijo animada mi hermana.
– Sí, estará aquí para conocer a Marcos, que por cierto, ¿qué esperas para enseñarme una foto o algo? – dijo Andrea dando palmaditas.

Quizás si hubiera estado más despierto habría dicho algo pero entre el sueño y el resfriado todo lo que hice fue coger una pequeña manta que había en el reposa brazos del sofá y acomodarme aún más en el sillón en el que estaba, quedando casi aovillado para que la manta me tapara casi por completo, mientras mi hermana salía hacia su dormitorio a buscar alguna foto de Marcos. O eso pensé hasta que la vi aparecer con un marco de fotos que reconocía muy bien.
Era el que estaba sobre mi estantería y me lo habían regalado antes de mudarnos, la foto era de ese verano y salíamos unos cuantos amigos en la piscina del primo de Marcos, las chicas sonreían a la cámara sentadas en las toallas donde habían estado tomando el sol y Marcos, su primo y yo estábamos de pie detrás de ellas, mientras Marcos pasaba un brazo por mis hombros y me decía algo al oído de lo que yo me estaba riendo, ya no recordaba qué me había dicho, pero esa tarde había hecho muchas trastadas, por las cuales había sido su primo, que en la foto nos miraba de reojo con desconfianza, el que se había llevado la culpa. Como cuando tiró del bikini de Laura y se zambulló en el agua tras su primo que fue quien se llevó el grito, estaba recordando aquella tarde cuando un ensordecedor grito de Andrea me sacó de las nubes.

– ¡Oh my fucking god! Este está muy follable ¿Seguro que es hetero? – dijo Andrea con cara de degenerada en potencia.
– Sí, sí es muy hetero, te lo aseguro – respondió mi hermana sonriente – te habla la voz de la experiencia – terminó.

¿Cómo? ¿Qué voz? ¿Qué experiencia? Eso era nuevo, casi me atraganto con mi propia saliva al intentar preguntarle.
– ¿Qué experiencia? – dije tosiendo aún medio atragantado.
Mi hermana me miró con cara de “la he liado bien” e intentó seguir hablando ante mi atenta mirada casi inquisidora.
– Bueno, digamos que yo me llevo muy bien con tu amigo Marcos.
– ¿Cómo que te llevas muy bien? – dije casi sin aliento
– Que se lo ha follado – añadió Pedro como si nada, al tiempo que recibía un codazo de parte de Andrea.
– ¿Eso es verdad? – pregunté sorprendido.
– Un poco – dijo ella escondiendo la cara.
– ¿Cómo que un poco? Nena, o te lo has follado o no – dijo Andrea olvidando el tacto que había mostrado antes con la respuesta de Pedro.
– Vale, sí, nos acostamos – dijo cohibida.
– ¿Y eso cuándo fue? – pregunté.
– Pues el año pasado en la fiesta de fin de año, ¿te acuerdas que salí con mis amigas pero que al final acabamos con vosotros en el local del grupo?
– Sí, que Elena se bebió todo el alcohol que pudo, se puso malísima y os tuvisteis que ir a casa.
– Claro, Elena se quedaba a dormir y Marcos nos acompañó, que papá y mamá se habían ido de cotillón al hotel Pirámide.
– ¡Joder! Así tardo tanto Marcos en volver que llegó justo cuando nos íbamos a la chocolatería, y el hijo de puta decía que se había encontrado con los de futbito.
– Deporte hizo – dijo Pedro de pronto entre risas.
– ¿Cuándo pensabas decírmelo? – pregunte haciendo oídos sordos al comentario de Pedro.
– Yo qué sé, no pensé que te molestara – dijo ella agobiada.
– No me molesta que te tiraras a mi mejor amigo, lo que me molesta es que no me lo dijeras, vaya ni tú ni él – añadí con cierto rintintin.
– Si llego a saberlo me callo la boca – continuó ella molesta.

Iba a contestarle pero Andrea que sorprendentemente había permanecida callada casi toda la conversación salió con la pregunta del millón.
– ¿Pero estás celoso?
Lo que me faltaba, más películas de que yo estaba enamorado de Marcos.
– No, no estoy celoso. ¿Cuántas veces tengo que decir que no me gusta Marcos? Sólo somos amigos.
– Ya, pues en la foto se os ve muy juntitos, además estás enfadado – añadió Pedro como si nada.
– Claro que estoy enfadado, mi hermana, que tenía dieciséis años y mi mejor amigo se lo montaron hace un año y yo me estoy enterando ahora.
– Ni que tuviera que contártelo – dijo ella ya enfadada.
– Pues no hubiera estado mal, la verdad.
– Oye, ni se te ocurra decirle nada a Marcos, que te veo venir – añadió preocupada.
– ¿Encima es secreto de estado? No pensarías tirártelo también ahora cuando venga ¿no? – dije recordando que Marcos llegaría en unos días.
– Si no te lo follas tu, me lo follo yo – dijo Andrea interrumpiendo momentáneamente la conversación.

Todos la miramos en silencio hasta que Pedro comenzó a reírse de golpe. ¿Qué pasaba aquí con todo el mundo?
– Hombre, si surge, no voy a decirle que no, compréndeme – respondió mi hermana sonriente.
– Es que si le dices que no, lo violo yo – dijo Andrea.
– Andy, no seas basta, además tu no lo puedes violar, eso déjamelo a mí – añadió Pedro

Increíble, aquello ya se asemejaba a cualquier capítulo random de Queer as folk, donde se sorteaban la vez para ligarse al chulo de turno. Iba a contestar con cualquier improperio que merecían todos ellos, frikis degenerados, pero de nuevo me vi interrumpido, esta vez por el timbre del portero automático, señal de que habían llegado las pizzas.

– Yo abro – dijo Angy felizmente olvidando toda la conversación anterior como si allí no hubiera pasado nada. En serio, ¿cómo lo hacia? Simplemente se levantó del reposa brazos del sillón donde yo estaba sentado y se dirigió a la cocina.

Al cabo de unos minutos en los que mi hermana no se molestó en volver al salón, sonó el timbre de la puerta y de nuevo ella abrió al repartidor.
– Andy, ¿tienes cambio? Es que el chico no trae cambio – dijo ella asomando la cabeza por la puerta del salón y guiñando un ojo, como si tuviera un tic nervioso. Acto seguido Pedro y Andrea captaron la indirecta y ambos se levantaron del sofá dándose empujones por llegar a la entrada.
– Yo tengo – iba diciendo Pedro mientras manoteba con Andrea.
Al llegar a la puerta volvieron a discutir, sobre quien tenía cambio hasta que finalmente pagó Pedro, mientras el chico le daba las gracias y acto seguido se cerró la puerta, mientras yo me levantaba el sillón, notando que en realidad tenía bastante mal cuerpo, porque al quitarme la manta con la que había estado tapado me entraron leves temblores, de manera que volví a cogerla y me lié en ella para salir a la entrada donde todos peleaban por ocupar un sitio frente a la puerta por donde observaban através la mirilla.

– Me dais vergüenza ajena, en serio – dije cogiendo las pizzas que habían dejado sobre el baúl de madera de la entrada y caminando hacia la cocina, donde supuse que cenaríamos, ya que era bastante amplia y tenía televisión.
Ellos no aparecieron hasta que se escuchó el ruido del ascensor en el rellano de la escalera, y supuse que había sido el repartidor huyendo asustado del edificio.

Di por perdida la conversación sobre Marcos, entre otras cosas porque no quería seguir oyendo a Andrea y Pedro decir burradas, de lo que harían a mi pobre amigo. ¿Pobre? Y una mierda, encima no podía decirle nada, por muy enfadado que estuviera tampoco era plan de andar de “cotilla”.


Después de cenar Andrea convenció a mi hermana de ver Moon Child, el mayor bodrio vampírico que he visto en mi vida, no tenía ni pies ni cabeza y aun así ella y mi hermana gritaban emocionadas cada dos por tres despertándome a mí de mi ligero sopor, producto de los medicamentos que había tomado para el resfriado antes de volver al salón. Pero sin duda lo peor fue cuando terminó la película y ellas siguieron comentando todas y cada una de las escenas con alguna intervención esporádica de Pedro hablando de los momentos gays de la película. En definitiva otra velada friki para mí, aunque afortunadamente no estaba muy consciente.
No sé en qué momento me quedé dormido en el sillón aún liado en mi inseparable manta, pero cuando me vine a dar cuenta tenía a Pedro demasiado cerca de mi cara.

– Nando, que te has quedado dormido, levanta que te llevo a la cama – decía suavemente en mi embotado oído.
– Ten cuidado que se aprovecha – dijo Andrea de fondo, mientras mi hermana apagaba la televisión.
– No, si ya tuvo bastante anoche – respondí yo. ¡Mierda!, ya la había liado.
– ¿Anoche? ¿Qué paso anoche? – preguntaba Andrea sorprendida mirándonos alternativamente a Pedro y a mí, pude ver de fondo como mi hermana, afortunadamente, se hacía la sorda, mientras encendía la luz y apagaba la lámpara de pie que había junto al sofá.
– Nada – respondí aún medio dormido pero rojo como un tomate, recé porque no se notara demasiado, pero me parece que no dio resultado.
– ¿Cómo que nada? Venga ya, ¿anoche hubo meneo? – dijo indignada.
– Déjalo Andy, no se encuentra bien – dijo de pronto Pedro dejándome sorprendido.
– Sí, ya, ahora que hay algo realmente interesante de lo que hablar – dijo ella con una mueca de disgusto en la cara.
– En serio, Andy – dijo Pedro tocando mi frente – creo que tiene fiebre, es más, seguro que delira por la fiebre – casi me convence de que en verdad no era tan “mala persona” hasta que añadió – seguro que estaba soñando que me metía mano o algo así – y dijo esto último sonriendo.

Estuve a punto de responder, pero se ve que o no era mi día o mi mente iba demasiado lenta, por que de nuevo me vi interrumpido.
– No cuela Pedro, pero sí que tiene mala cara – dijo ella preocupada – ¿Estás bien?
– La verdad es que no me encuentro bien – dije al fin levantándome del sillón donde había estado medio tumbado.
Pedro recogió la manta que había caído al suelo al ponerme yo de pie y me la pasó por los hombros.
– Venga, que nosotros ya nos vamos, tú métete en la cama y no te levantes hasta mañana – dijo al tiempo que frotaba mis temblorosos brazos con las palmas de sus manos.

Sin muchas ganas de discutir simplemente avancé hacia el pasillo mientras los demás me seguían, nos despedimos en la entrada mientras Andrea no paraba de repetir, que tarde o temprano tendríamos que hablar con ella, que “sabía” que había pasado algo, que lo “olía”.

Finalmente ellos se marcharon y yo me fui directo a mi habitación, estaba destapando la cama cuando entró mi hermana con un vaso de leche caliente.
– Nando, ¿sigues enfadado por lo de Marcos? – dijo con cara de preocupación.
– No estoy enfadado – dije, pero ella me lanzo una mirada suspicaz – Vale, sí, pero no es lo que imaginas, me cabrea que no me contarais nada ninguno de los dos. ¿Pero cómo fue? – pregunté y ella me miró entre avergonzada y sorprendida – Me refiero a que cómo surgió – añadí rápidamente.
– No sé, la verdad es que ambos estábamos un poco bebidos, y cuando dejamos a Elena en el sofá me despedí de él en la puerta, no sé como acabamos besándonos y tú sabes, una cosa llevó a la otra, no sé, lo normal – dijo escondiendo la mirada – No te lo dije porque la verdad es que fue algo “raro”, me refiero a que no estábamos juntos ni nada así y de hecho después no cambiaron mucho las cosas entre nosotros, y no te enfades con él, yo le pedí que no te lo contara. Pensé que quizás te enfadabas por eso de haber “pervertido” a tu hermana pequeña o algo así.
– ¿Pero a ti te gusta él? – pregunté.
– No – respondió rapidamente pero después se apresuró a seguir con la explicación – A ver, no estoy enamorada si es a lo que te refieres, pero gustarme claro que me gusta, es muy simpático y está de muerte, pero bueno aquello surgió y ya está, que si se repite yo contentísima.
– Vaya que, si surge lo volverías a hacer – le dije sonriendo.
– Seguro que sí, pero que no me lo planteo como algo que vaya pasar, simplemente si pasa bien y si no pues nada.
– Pues bueno me alegro de que estas “cosas” te pasen con Marcos y no con cualquier otro aprovechado.
– Si, Marcos es un cielo – dijo suspirando – bueno te dejo dormir, bébete la leche, le puse miel para la garganta y eso.
– Gracias – dije cogiendo la jarra de leche humeante.
– Buenas noches – dijo ella saliendo de mi habitación mientras cerraba la puerta.

Al menos me había enterado ahora y no demasiado tarde, no me quería ni imaginar que hubiera pasado si por algún motivo, ellos se liaran de nuevo estas navidades y yo los pillaba por sorpresa. Ahora no quería ni pensarlo solo quería dormir y despertarme al día siguiente algo recuperado, aun quedaban dos días para navidad y solo cuatro para que llegara Marcos. Ni siquiera quería pensar en el impacto que pudiera llevarse con Andrea y Pedro, ya se vería mas adelante.

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